No hubo adiós, ni palabras bonitas. Se fue dejando tras de sí solo el recuerdo de su aroma en el aire, el tacto húmedo de sus labios en mi mejilla por culpa una lágrima suicida que quiso quedarse atrás. Es lo único que olvidó en la huída. Eso y devolverme el corazón. Se lo llevó consigo, quizá no se dio ni cuenta. Sigo enamorado y difícilmente dejaré de estarlo solo porque se haya ido. Somos así de idiotas a veces. Nos enganchamos a alguien que ya ni siquiera está y nos cuesta avanzar. Siento un vacío enorme en el pecho, justo allí donde guardaba su amor. Me lo arrancó sin miramientos y ahora me pierdo en esta soledad a la que nos ha condenado. Al menos a mí. Quizá ella ya sea de otro. Sus besos, sus labios, su amor. Todo lo que ayer era un nuestro tal vez ya tenga otro dueño. No sé de qué me sorprendo. Ella es libre y valiente, quizá yo demasiado ingenuo. No supe ver las señales de este desamor y ahora duele demasiado. Y ella hizo lo que tuvo que hacer si no era feliz conmigo.