Un abrazo fuerte en el momento perfecto, justo cuando más lo necesitas. El beso en el cuello. Y las caricias en el pelo. Un apretón de manos a mitad de camino. Y el empujón hacia adelante cuando casi miras atrás. El hombro en el que llorar, el tiempo que haga falta. Y las sonrisas que consiguen salvarte de un domingo muy domingo. Las palabras que sanan. Y el silencio que aprieta pero no ahoga. El que consigue que nos demos cuenta de muchas cosas. Una mirada de complicidad. Y una tarde entera en el sofá. El cariño a cada paso. Y la sensación de sentirte una afortunada. El amor de verdad. El querer como nunca y para siempre. Y no solo mucho, sino bien. El que sabe estar en las buenas y en las malas. Y en las peores, más. Todos los días.
Un abrazo fuerte en el momento perfecto, justo cuando más lo necesitas. El beso en el cuello. Y las caricias en el pelo. Un apretón de manos a mitad de camino. Y el empujón hacia adelante cuando casi miras atrás. El hombro en el que llorar, el tiempo que haga falta. Y las sonrisas que consiguen salvarte de un domingo muy domingo. Las palabras que sanan. Y el silencio que aprieta pero no ahoga. El que consigue que nos demos cuenta de muchas cosas. Una mirada de complicidad. Y una tarde entera en el sofá. El cariño a cada paso. Y la sensación de sentirte una afortunada. El amor de verdad. El querer como nunca y para siempre. Y no solo mucho, sino bien. El que sabe estar en las buenas y en las malas. Y en las peores, más. Todos los días.
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